martes, 12 de febrero de 2008

Por Cibeles

Llevo años acudiendo a uno o varios desfiles de Cibeles gracias a felices casualidades, amigas buenísimas, familia entregada y una perseverancia a prueba de bombas. Desde aquí a todas ellas: GRACIAS. Gracias por regalarme un sueño cada seis meses.

Algunas de esas felices casualidades que han ocurrido a lo largo de los años:

  • Mi madre compartía fisioterapeuta con un diseñador que desfila.
  • Uno de los diseñadores de Trastornados (firma canaria que fue invitada en algunas ediciones de Cibeles) era hermano de una compañera de trabajo. Es el único año en que he recibido invitación directa de un diseñador para mí y mis amigas. ¡Glorioso!
  • Una conocida trabajó en una de las empresas patrocinadoras de la pasarela.
  • Una amiga de una amiga trabaja en una revista de moda y a veces les sobran invitaciones.
  • Una amiga de una amiga trabajó para una revista una temporada y me dejó su pase de prensa. En el coche de camino a Ifema, que está a las afueras de Madrid, huyendo de mi jefe, cambié su foto por la mía.
En cuanto al tipo de invitación las hay de distintas clases y las he tenido de todo tipo. A mí todas me valen, no estoy en situación de ponerme exigente:

  • Invitación VIP: llegas a la puerta llamas a la relaciones públicas y sale a buscarte sin hacer cola y te da un paseo por el backstage; y tú como una niña pequeña en una juguetería reconociendo a las modelos y cotilleando cómo las maquillan y peinan.
  • Invitación con asiento: esperas una cola de una media hora pero tienes asiento seguro.
  • Invitación hasta aforo completo: esperas una cola de una hora, ves como entran las VIPS, las de la invitación con asiento y confías que haya sitio para todas

Y no sólo es difícil conseguir la entrada, también hay que escaparse de la oficina sin ser notada, lo cual requiere su arte. Dejar una chaqueta colgada de la silla, el ordenador y la luz encendida del despacho es básico. ¿Y el modelito? Yo tengo que ir de aburrido traje de chaqueta a trabajar y, aunque en la pasarela se ven bastantes hombres ejecutivos de traje, las estilistas, clientas y editoras de moda van de tendencia. Así que es un reto darle un toque "Pasarela" al traje de cada día.

Y finalmente hay que volver a la oficina, con el maxi bolso cargado de revistas, hay que borrarse la sonrisa de la cara y concentrarse de nuevo, cuando tienes la cabeza a mil en lo que acabas de presenciar. Y por supuesto no se puede compartir con tus compañeras, no vayan a delatarte en un ataquillo de envidia.

Este año, tras pasar horas al teléfono y dar la lata de costumbre, suplicar, agradecer, he conseguido un pase al desfile de Carmen March de mañana, así que después tendréis un post con todo lujo de detalles.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué ganas de leer tu crónica, Violeta.
¡Suerte con el jefe!

Pina dijo...

Envidia que me das! yo nunca he asistido a ninguna pasarela... bueno por las calles de Milan he paseado en dos ocasiones que casi fue lo mismo, pero eso, casi ;o)

Gratistotal dijo...

Vya, pues hemos coincidido! Yo tb estuve en Carmen March! Y con una modalidad de entrada que no has descrito!

viviana dijo...

jo que suerte! yo tampoco he ido nunca a ningun desfile pero me encantaría, por una cosa asi merece escaparse del curro, aunque te pillen y te echen la bronca luego.
Besos.

Unknown dijo...

Sea como sea es buenisimo ir... y que bien que tengas una pasarela de verdad cerca. Creeme acá en el 3er mundo todas las "pasarelas" son como para llorar.