
A su colección ha añadido recientemente el traje que lució Audrey desayunando ante Tiffany que ha sido donado por su generoso y exquisito creador.
La expectación por verlo ¡qué pena no poder tocarlo!, es enorme pero como sucede tantas veces en España la puesta en escena es austera. En España se suelen usar los fuegos artificiales más para hacer ruido que para embellecer.
Si la donación se hubiera hecho en Londres o en París hubieran pedido al decorador del momento o al director de teatro más arriesgado que preparara un envoltorio acorde. Y por supuesto la tienda estaría invadida de merchandising.
Ese traje, ese diseñador, esa actriz, esa música, esa película son un mito y los mitos necesitan una alfombra roja sobre la que caminar con focos cegadores. Si el museo no se la pone, se la pones tú con tu imaginación, que te sobra.